LA PACIENCIA DE SER PACIENTE

Así como el ser humano es complejo, el proceso psicoterapéutico también lo es. Tiene vicisitudes, adelantos, retrocesos. A veces las personas avanzan y caen nuevamente, repiten. Otras veces, sienten que no avanzan y, de un momento a otro, se sorprenden enfrentando las mismas dificultades de distinta manera.

Para realizar una psicoterapia hay que ser paciente, en el amplio sentido de la palabra: hay que instalarse en el lugar de paciente y hay que tener paciencia. Esto significa tener la intención, la disposición de realizar un trabajo personal y de entender que es un proceso lento, que requiere tiempo.

La primera invitación que hace un psicólogo a un paciente es tener un lugar. Esta acción permite que la persona pueda hablar sobre sí misma y, poco a poco, vaya ocupando este espacio, haciéndolo propio. Al hablar se va escuchando, algo se empieza a movilizar, permitiéndole ir vinculando hitos de su memoria a su situación actual, ir encontrando luces sobre lo que le acontece.

A medida que este proceso avanza, algunos pacientes se molestan porque sienten que hablan solos, que podrían hacer lo mismo con una pared, que sería igual el hecho de hablarle a un árbol. Sin embargo, es importante considerar que lo que caracteriza este proceso es justamente que hay alguien que escucha. Escuchar, en este contexto, significa reconocer a la persona-paciente en su palabra, darle valor a lo que dice, a su particularidad. En este sentido, el primer paso para que exista un movimiento psicoterapéutico es entender que no basta con hablar solo o con la pared, sino que es necesario que haya alguien que escuche, otro a quien hablarle.

Metafóricamente, el paciente habla a otros que lo hicieron ser y que el terapeuta representa. Por ejemplo, un paciente le reclama a su madre que lo dejó solo en un momento de su vida. Lo más probable es que la madre responda: le dirá que no, que su memoria falla, le pedirá disculpas eternamente, se sentirá culpable en silencio. En la relación psicoterapéutica el psicólogo no responde de la misma manera, sino que toma esa "queja" para dar espacio a que el paciente pueda hablar sobre sus recuerdos, sentimientos, relaciones. Para que reflexione, llore, pelee, se enfrente a sus "fantasmas" y elabore el origen de su soledad, por ejemplo. Al relacionarse de otra manera con el terapeuta empezará a experimentar nuevas formas de vínculos, que producirán efectos en sus interacciones cotidianas.

Otra de las temáticas recurrentes al iniciar una psicoterapia es el largo tiempo y el alto costo económico que implica. Es importante mencionar que lo que alarga este proceso NO es la técnica terapéutica en sí. El proceso se alarga porque las historias de vida y la estructura de las personas son complejas y difíciles de cambiar: los seres humanos tienden a quedarse en lo conocido y seguro, a pesar del costo personal que signifique. El valor económico está directamente implicado al "valor", a la prioridad, que la persona-paciente le debiera entregar a este lugar que hace propio, que es suyo, en el que suceden cosas particulares, subjetivas, íntimas, que solo pueden acontecer en este espacio.

Otra idea que existe, es que los efectos psicoterapéuticos se vislumbran después de un largo y tedioso tratamiento, como si el "tesoro" se encontrara al final del camino. Es importante mencionar que este es un proceso que tiene efectos precisos en la vida cotidiana, pero requiere de constancia, esfuerzo y dedicación para que sucedan.

Aún cuando un tratamiento psicoterapéutico es largo, no significa que sea eterno. Hay momentos en que el paciente podría sentir excesiva dependencia hacia el psicólogo, e incluso dudar de sus propias capacidades para tomar decisiones solo; otros pacientes podrían alegar porque no encuentran un guía que les entregue respuestas sobre qué hacer. Es importante mencionar que el psicólogo SIEMPRE debe considerar en el trabajo psicoterapéutico la responsabilidad que el paciente tiene en sus propias acciones y decisiones: "¿Qué hay de usted en lo que le sucede?", "¿Qué quiere hacer?", "¿Qué piensa usted de todo esto?", son preguntas que llevan a que el paciente logre encontrarse, hacerse cargo y tomar la vida en sus propias manos. La función del psicólogo es justamente permitir, ayudar, abrir espacios para que el paciente logre saber "algo" de sí mismo, de manera de poder levantarse, "tomarse" y construir su propio camino. De esto se trata el trabajo personal.

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Comentarios

  1. Todo lo que uno vive deja una huella, la familia, amigos, situaciones, relaciones amorosas, el trabajo y lugares. Ir al sicologo es una instancia, una oportunidad para escucharse, analizar nuestros pensamientos y reconocerse tal cual uno es.
    Querer es poder, pero realmente que queremos?? nuevamente tenemos que mirarnos y conocernos :)

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  2. Anónimo7:43 a.m.

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